Al revisar el Nuevo Testamento, vemos en María una mujer fuerte, que no se arredro frente a la gran resposabilidad que implicaba ser la madre de Cristo, en una sociedad como la de aquella época, donde una mujer embarazada sin casarse era repudiada, pero ella confío en Dios, en sus designios y se fortaleció en Él, se abandonó en Él. Vino la persecusión de Herodes, la profecía de Simeón, Pilatos, el calvario, la cruxificción, la muerte de Cristo, su hijo, lo único que tenía en la tierra, pero la vemos a ella fuerte, no porque no le doliera, no porque no sintiera angustia, sino porque su fuerza, su tranquilidad, su serenidad estaban puestas en Él, vienen de Él, no necesito mas, el que todo lo puede estaba con ella, porque ella se abandonó en Él.
Pidamos a María que nos ayude a tener esa fortaleza espiritual de ella, que nos ayude a abandonarnos en Él y partir de este abandono obtener la serenidad, la tranquilidad, el valor que solo así se pueden obtener.
Santa María, se tu nuestra fuerza oh ancla poderosa, se tu el escudo y la defensa de nuestro debil corazón.
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